El trap está de moda, pero también condenado a que lo olvidemos
Hay un hecho que muchos raperos y medios utilizamos de forma dogmática para argumentar que estamos en una edad de oro del hiphop: que es el género más exitoso del momento en todo el mundo.
Efectivamente, el hiphop nunca ha tenido cotas de popularidad a nivel global como las de hoy en día. Los raperos de moda tienen más reproducciones en su último single que clásicos del género en toda su trayectoria. El vídeo de “Gucci Gang” de Lil Pump tiene 259 millones de visualizaciones; “Moment Of Truth” de Gang Starr vendió 500.000 copias.
La tendencia apunta además a que este crecimiento exponencial de audiencia que tiene el hiphop no va a parar próximamente. Vamos, que en 2018 el próximo Lil Loquesea va a tener números aún más altos.
Esto, realmente, va en línea con el avance tecnológico de la humanidad: del mismo modo que el teléfono tardó 75 años en llegar a 100 millones de personas, Internet 15 años, Facebook 4, Instagram 2 y Candy Crush 1 año, las canciones de Grandmaster Flash tardaron décadas en superar el millón de reproducciones, las de Nas años y la nueva de Trippie Redd 5 días.
Que el hiphop esté de moda implica una amplia exposición mediática que deriva en más dinero y más atención, pero hay una parte mala: que las modas pasan.
Si basas tu carrera en estar “a la moda”, te arriesgas a que tu producto musical sea algo de usar y tirar, algo cada vez más corriente en el hiphop. Las canciones tienen más popularidad que nunca, pero una caducidad muy rápida.
El nuevo sistema de la industria musical apuesta por crear virales muy rápidos que en pocos meses pierdan su relevancia. Piensa, por ejemplo, en “Panda” de Desiigner, en “OOOUUU” de Young M.A. o en “Black Beatles” de Rae Sremmurd. Si los escuchas ahora parece que estás transportándote a sonidos hace varios años cuando realmente son temas con muy poca antigüedad.
Y aquí es donde entra en juego la calidad musical, porque en la música solo las grandes obras permanecen inmortales. Canciones en “The Miseducation de Lauryn Hill”, “Graduation” de Kanye West o “The Black Album” de JAY Z siguen sonando frescas, jóvenes, porque son obras maestras del género.
Por eso mismo “The Next Episode”, “Crazy in Love” o “P.I.M.P” siguen sonando en las discotecas. Porque su calidad musical las hace eternas.
Sin embargo, ¿quién escucha aún a Chief Keef, Bobby Shmurda o a O.T. Genasis? Estos artistas fueron virales a nivel mundial y, por eso mismo, pasaron rápidamente al ostracismo.
Así es como funciona la cultura viral. En muy poco tiempo te lleva a una exposición mediática internacional, y en un abrir y cerrar de ojos pasas de moda y vuelves al anonimato. Pensad en el Mannequin Challenge, en Damn Daniel, en el Dab o, a nivel español, en los memes de “Vamo a calmarno”. Han pasado de ser lo más fucking trendy a dar un poco de vergüenza ajena.
A algo parecido están abocados algunos de los nuevos artistas del hiphop. Principalmente, porque son memes. Lil’ Pump, Lil Yachty, Smokepurpp, Famous Dex, 6ix9ine…son artistas que destacan por ser representaciones del momento en el que vivimos, algo muy difícil de conseguir, pero no por su música.
100 años después las Converse siguen vendiéndose. Medio siglo después, llevar Ralph Lauren sigue siendo sinónimo de elegancia. Pero solo cuatro años después de que se pusiera de moda llevar OBEY, Boy London o frases con “DOPE” escrito, ya nadie se atreve a ponérselas.
En una (increíble) entrevista a The New York Times, JAY Z decía lo siguiente: “Mi objetivo es identificarme con la verdad. No ser lo más joven, caliente, nuevo, de moda. Yo juego para la eternidad. ¿Preferirías ser una moda, o Ralph Lauren? ¿Preferirías ser una tendencia, o algo inmortal?”
La historia pondrá en el sitio que corresponde a cada artista. Mi apuesta: de aquí a un par de años nadie se acordará de Lil Pump, pero “99 Problems” de JAY Z seguirá sonando en DJ sets.
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