Traperas

Nuevas formas de hacer y de escuchar música piden nuevos sonidos. En el arco amplio que abarcan los llamados "géneros urbanos", que va desde el hip-hop hasta la cumbia (y que incluye el reggaeton, el trap y el dancehall), una nueva generación de músicos apuesta a una producción que ya no está a cargo de grandes discográficas, sino de productores independientes, en estudios que por caseros no son menos profesionales.


Para esta generación de nativos de la cultura digital, los medios de difusión están igualmente a la mano, y apuestan, a través de plataformas de streaming como YouTube, Spotify o Soundcloud, a los efectos impredecibles de la viralización. Ya no es la cantidad de discos vendidos, sino la cantidad de reproducciones que obtiene un videoclip lo que mide el alcance de su música. Al mismo tiempo, en consonancia con las reivindicaciones de los movimientos de mujeres, esta nueva camada de músicos parece querer revertir el signo machista que tuvieron muchos de los géneros en sus comienzos, como el rap y el rock, lo cual tiene como consecuencia una proliferación de artistas femeninas que hacen oír su propia voz.

Y la explosión del trap femenino en España empieza a hacerse eco en nuestro país. Nacido en los suburbios de Atlanta a fines de los noventa, como un derivado del hip-hop, este ritmo conquistó a la audiencia global de la mano de DJ que mixturaron su origen rapero con el dubstep y la electrónica. En los últimos años, figuras de las grandes ligas como Kendrick Lamar, Beyoncé, Major Lazer o Drake han incursionado en el subgénero, además de reggaetoneros como J Balbin o Maluma, contribuyendo así a su diseminación. Con un ritmo más aletargado que el del hip-hop, una ambientación oscura y voces dominadas por el Auto-Tune, este nuevo estilo impregnó, hacia fines de 2015, las producciones de España y América latina.


En la flamante escena del trap español (que incluye nombres como Pxxr Gng, Yung Beef, Bad Gyal y La Zowi) se destacan dos argentinas, con propuestas bien diferenciadas. Más cerca del reggaeton, el trap de MS Nina, al igual que sus collages digitales que son furor en Instagram, es festivo, colorido, algo kitsch. Por su parte, Nathy Peluso se apodera del hip-hop desde un sonido que acusa influencias de Erykah Badu, D'Angelo y Amy Winehouse. Sus canciones proponen una estética abstracta y sugerente en estímulos sensoriales, con letras vaporosas, cargadas de referencias para entendidos (Quentin Tarantino, Alfred Hitchcock y David Lynch son algunos de los guiños que se cuelan entre sus versos).

Con 23 años, Cazzu se convirtió en un fenómeno del trap en YouTube
Con 23 años, Cazzu se convirtió en un fenómeno del trap en YouTube.
"Muchos productores me mandan bases instrumentales para que yo componga encima de ellas -dice acerca de su proceso creativo-. Una vez que tengo un tema, voy a grabarlo al estudio y la discográfica se encarga de la mezcla y la masterización. Por último, trabajo con una productora para hacer el video. Es bastante simple, pasa por pocas manos y yo participo de todas las instancias". Para Peluso, los videos son fundamentales. "Sirven para complementar mi música y terminar de conformar mi lenguaje", dice.


En nuestro país, una nueva voz empieza a hacerse un lugar privilegiado en la escena. "Tengo 23 años y casi nueve de carrera", dice Cazzu, trapera jujeña que hace algunos años decidió instalarse en Buenos Aires para estar en contacto con estudios de grabación y productores afines a su música. Con un puñado de videos, se convirtió en un éxito de YouTube (su tema "Killa" cosecha más de un millón de reproducciones). Cazzu define su música como "urbana, callejera, con un sonido que salió del Bronx o de la villa". Se reconoce más como cantante que como freestyler: "Yo entré con un flow distinto", dice. En efecto, en ella se conjuga la capacidad de "montarse sobre un beat y dejarse llevar" (así define el significado de "flow") con una voz suficientemente versátil para introducir elementos de R&B a lo Beyoncé. Respecto de las dificultades que encuentra siendo mujer en una escena dominada en gran medida por hombres (con excepciones como La Joaqui, Nena Drama o Chulimane), Cazzu comenta: "Al principio los varones no me veían como una competencia, pero de a poco eso está cambiando. Ya no me consideran una representante del trap femenino, sino del trap a secas".

Cruce contracultural

"En el caso de la Argentina, la cumbia fue uno de los géneros más reinventados y reapropiados", comenta Pablo Berardi, cantante y tecladista de El Sonido Real, una banda con una fuerte base en la cumbia, que se anima a géneros como el reggaeton, el dancehall o la bachata.

En el caso del trap producido en América latina, a diferencia del ibérico, combina ritmos más tropicales, como una evolución más cutre de lo que fue Miss Bolivia y ese tipo de mestizaje. En cambio, el trap español tiene base en el catalán, el slang gitano y algo de latino: muchas de las letras son difíciles de comprender de una primera oída (intencionalmente). Las letras del trap generalmente giran en torno de los mismos tópicos que el gangsta rap americano de los noventa: drogas, dinero y fama. Pero con la incorporación de las artistas mujeres eso empezó a cambiar y el tono feminista (de "aguante" frente a los hombres, generalmente) comenzó a dominar buena parte de esos traps.

En la Argentina, la cumbia y el trap comenzaron a mixturarse. "La cumbia viene de Colombia, pero ya en los 50, con Los Wawancó, se empieza a hacer cumbia en la Argentina. Después, en los setenta, el género se populariza con bandas como el Cuarteto Imperial, y surge la cumbia santafecina, que tiene bandas muy icónicas como Los Palmera. Es una de las influencias más importantes de las bandas tropicales de los noventa, que ya están respaldadas por una industria fuerte. De esta época son Gilda, Tambó Tambó, Amar Azul, Los Charros. Un poco después, con la crisis de 2001, surge la cumbia villera, con Pibes Chorros y Damas Gratis a la cabeza. Y, por último, alrededor de 2010, aparece la cumbia electrónica de las míticas fiestas Zizek, que les deben mucho a las "cumbias lunáticas" del holandés Dick el Demasiado y llevan el género a las pistas de baile y festivales de Europa y los Estados Unidos. En esta nueva etapa, DJ como El Remolón, Villa Diamante y Chancha Vía Circuito hacen una mezcla con otros géneros como la electrónica, el rock nacional o el folklore".

El Sonido Real, reconoce Berardi, se inscribe en esta nueva oleada digital. En cuanto al modo personal de apropiarse de los géneros urbanos explica: "Jamás podríamos ocupar el lugar de la cumbia villera o del reggaeton". Y agrega: "Amamos bailar y consideramos que podemos hacer esta música sin pertenecer a una isla del Caribe o a la villa 31".

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